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Estar con el Señor (PAC5-13)

Según el libro de los Hechos de los Apóstoles Pablo y Bernabé van de ciudad en ciudad, van animando a los discípulos del Señor. Además, los exhortan a perseverar en la fe. Y, finalmente les recuerdan que hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios (Hech 14,22). Tres tareas imprescindibles en la nueva evangelización.

Aquellos discípulos no habían conocido a Jesús. En realidad eran ya discípulos de otros discípulos de Jesús. Los evangelizadores saben que nadie encuentra por sí mismo la fe ni la fuerza que de ella brota. Por eso han de confortar a los hermanos.

Además, nadie puede vivir una vida agarrado a la ilusión de un momento. La fe no puede quedar olvidada en un rincón del alma. Es preciso alimentarla cada día. Y pedir a Dios la fuerza y la gracia para perseverar en ella con humildad y con fidelidad.

Y, por último, bien conocemos la fragilidad de la voluntad humana y la fuerza de los que ponen trampas al justo, como repiten los salmos una y otra vez. Con razón se nos recuerda que para entrar en el Reino de Dios hay que pasar por muchas tribulaciones
UNA RELACIÓN DE VIDA

El evangelio que se proclama en este quinto domingo de Pascua nos sitúa en el marco de la Última Cena de Jesús con sus discípulos antes de ir a la muerte (Jn 13,31-35). En ese discurso hay tres frases iniciales que atraen nuestra atención:

• “Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí”. Jesús sabía que sería fácil mantenerse en el camino que él nos había marcado. Una vez más nos invita -también a nosotros- a superar el temor y a mantener la fe. Chesterton decía que quien no cree en Dios está dispuesto a creer en cualquier cosa. Jesús nos exhorta a creer en él y en Dios.

• “En la casa de mi Padre hay muchas estancias…Os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros”. El Evangelio dice que Jesús llamó a sus discípulos para que le siguieran y estuvieran con él. Evidentemente ese “estar con él” no se limitaba a un paseo temporal. El Señor quiere que estemos con él para siempre, siempre, siempre.

• “Donde yo voy, ya sabéis el camino”. Los discípulos deberían saberlo. Y nosotros también. El camino para le realización humana pasa por el amor a la verdad, el bien y la belleza. El camino para estar con Dios exige ver a Jesús como el revelador y el icono de esa verdad, de ese bien y de esa belleza que no se dejan manipular por nuestra fácil publicidad.

EL FAVOR DE TOMÁS

Recordamos a Tomás como el Apóstol incrédulo. Olvidamos que él era el único que se mostró decidido a subir con Jesús a Jerusalén y afrontar su destino. Y en su boca se pone una pregunta fundamental: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”

A esa pregunta responde una respuesta inolvidable de Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Tras citar esta frase de Jesús, el Catecismo de la Iglesia Católica añade que “Él es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la Ley nueva” (n. 459).

• “Yo soy el camino”. Jesús es el camino que nos conduce a la realización de nosotros mismos, a la felicidad humana, a la unión con Dios. Él es el camino que nos reconduce al paraíso perdido.

• “Yo soy la verdad”. Jesús es el testigo fiel de Dios. Ha nacido para dar testimonio de la verdad, como dijo ante Pilato. Por eso ha pedido al Padre que consagre en la verdad a los discípulos que han aceptado seguirle por el camino.

• “Yo soy la vida”. Jesús prometía a la samaritana el agua viva que salta hasta la vida eterna. Él ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. Por eso mira con misericordia todos nuestros atentados contra el don de la vida verdadera.

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