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Entrar en Jerusalén (Por José-Román Flecha)

LA ACLAMACIÓN
Por otra parte, el evangelio de Mateo que hoy se proclama antes de la procesión (Mt 21, 1-11) se detiene a referir que Jesús es acogido con gritos de júbilo:

- “Hosanna al Hijo de David”. Esta antigua expresión de súplica, con el tiempo se había convertido en una aclamación de júbilo. En este caso era un grito de esperanza. Como Hijo de David lo habían invocado los ciegos (Mt 9,27). Ahora la multitud lo acogía como al restaurador del reino de David.
- “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Con esa aclamación se acogía a los peregrinos que llegaban a Jerusalén por la fiesta de las Tiendas (Sal 118,26). Jesús había manifestado varias veces su convicción de haber sido enviado por Dios. El grito de la multitud era el eco de su conciencia mesiánica.
- “Hosanna en las alturas”. A la hora del nacimiento de Jesús, los ángeles proclamaban la gloria de Dios “en las alturas” (Lc 2, 14). Ahora las gentes del pueblo proclamaban la gloria de Dios que se manifestaba en Jesús. En la humildad del que llegaba a la Ciudad Santa, se hacía visible la grandeza y la misericordia del Altísimo.

EL CONTRASTE
Con todo, el relato que hoy se lee y proclama deja entrever dos posturas diferentes. La de los habitantes de Jerusalén y la de los que acompañan a Jesús que baja del Monte de los Olivos. En esas posturas se anuncia el choque de las actitudes que habrán de repetirse a lo largo de los siglos ante la persona y la misión de Jesús.


“Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada: ¿Quién es este?” Se repite el espanto que produjo la llegada de los Magos (Mt 2,3). Los habitantes de Jerusalén se han acomodado al culto del templo y a la presencia de los romanos. No quieren sobresaltos. Pero en su asombro se refleja también la inquietud de los que hoy ignoran o rechazan la presencia, el mensaje y la obra de Jesús.
“La gente que venía con él decía: Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea”. Esa es la respuesta de los peregrinos y de los que siguen al Maestro. Las gentes más sencillas han descubierto en Jesús al profeta que viene de parte de Dios. No tienen prejuicios contra los galileos. En su entusiasmo se refleja también la buena voluntad de los que hoy escuchan la palabra de Jesús y tratan de llevarla a la práctica en su vida.

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